25 de noviembre de 2024. – La Red Internacional de Periodistas con Visión de Género (RIPVG) y la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (RSMLAC) en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres llamamos a los Estados, gobiernos y sociedad a reafirmar acciones concretas que pongan fin a las violencias contra las mujeres.
En tiempos de avasallamiento de derechos se torna necesaria y urgente la lucha conjunta para generar fuerza colectiva, disputar narrativas, sancionar las violencias, contrarrestar campañas de desinformación y discursos de odio. En momentos de crisis y con gobiernos antidemocráticos que violentan la libertad de expresión, el acceso a la información y buscan el silenciamiento de las periodistas, comunicadoras y activistas comprometidas con los derechos humanos y la defensa de la vida, la apuesta sigue siendo aliarnos para tejer redes y estrategias. Es fundamental reinventar formas que nos protejan, crear relatos de diagnóstico y solución, y exigir a los Estados que cumplan con los marcos normativos vigentes para poder vivir y trabajar sin violencias.
Todos los días del año, y en especial cada 25 de noviembre, nos pronunciamos y nuestras palabras se repiten junto con millones de mensajes, discursos, voces e imágenes que circulan en medios de comunicación y plataformas digitales: erradicar la violencia contra las mujeres es fundamental para alcanzar la igualdad de género, garantizar la democracia, la justicia social y construir la paz. Este año no es diferente. Repetir y reafirmar que es inaceptable cualquier tipo de violencia contra las mujeres por ser mujeres es urgente en un contexto de regresión de derechos y violencias exacervadas.
Narrativas retrógradas, antidemocráticas, fascistas, racistas, sexistas y misóginas se están utilizando como herramientas de campañas presidenciales y de gobiernos autoritarios. La institucionalidad y las políticas garantes de las libertades y los derechos humanos están amenazadas. Esta amenaza es real, es contundente y constante. Por eso, bajar la guardia no es una opción, no la ha sido, ni será para miles de mujeres defensoras de derechos humanos, feministas, periodistas, comunicadoras y trabajadoras de los medios, que siguen exponiendo, visibilizando, denunciando, reclamando y defendiendo las libertades, la igualdad y las democracias.
La mayoría ha vivido violencia de género, la cual las impacta triplemente, por su género, su interseccionalidad y por el ejercicio de su profesión. Estas violencias, además, se profundizan cuando periodistas y trabajadoras de medios cubren temas relacionados con género y violencias contra las mujeres. Hay mujeres periodistas secuestradas y desaparecidas, encarceladas y condenadas severamente a pasar años en prisión por cuestionar al poder. Hay periodistas asesinadas y cientos han sido obligadas a un desplazamiento y exilio forzado.
Visibilizar las demandas de periodistas, feministas y de defensoras no es tarea fácil y así lo demuestran los datos sobre las violencias hacia las mujeres que son alarmantes.
Según una encuesta global de la Unesco (2021) el 73 por ciento de las periodistas ha experimentado violencia en línea. El 20 por ciento afirmó haber sufrido agresiones o abusos fuera de Internet relacionados con la violencia en línea que había padecido. El tema más frecuentemente asociado a la intensificación de los ataques fue el género (49 por ciento), seguido de la política y las elecciones (44 por ciento) y los derechos humanos y la política social (31 por ciento).
Las Naciones Unidas y La Plataforma de Colaboración Regional para América Latina y el Caribe (RCP LAC) reportaron en un informe regional publicado en el 2024 que, a pesar de una leve disminución en los últimos años, Latinoamérica sigue teniendo una de las tasas más altas de feminicidios en el mundo, con 3,72 por cada 100.000 mujeres en 2021. Esto muestra que los esfuerzos para erradicar la violencia contra las mujeres no han sido suficientes. El 21% de las mujeres jóvenes entre 15 y 24 años ya han sufrido violencia por parte de una pareja íntima antes de cumplir los 25 años. En las mujeres mayores de 65 años, el 28% reporta haber sufrido violencia por parte de su pareja. Además, se estima que 2 de cada 3 mujeres de entre 15 y 49 años en América Latina y el Caribe han sido víctimas de violencia de género en algún momento de sus vidas. En términos de violencia sexual, el 12% de las mujeres en la región ha experimentado violencia sexual, una cifra que es el doble del promedio global del 6%.
Son muchas las periodistas, comunicadoras y defensoras que diariamente se enfrentan a maltratos, tratos diferenciales discriminatorios, obscenos, degradantes, intimidatorios y abusivos al interior de medios y organizaciones de comunicación, en los espacios públicos y en las redes sociales. Los impactos que viven y a los que hacen frente no son menores, y tampoco son únicamente individuales. El miedo, la censura y la autocensura, las limitantes para ejercer y avanzar en su profesión, la revictimización y el aislamiento laboral y social, afectan de manera personal y también colectiva pues la ciudadanía, tiene derecho a una información veraz, independiente y contrastada. Con cada silenciamiento de periodistas nuestras democracias se resienten, y sin periodismo no hay democracia.
Por eso, una vez más es necesario repetirnos: necesitamos Estados garantes de los derechos de las mujeres, necesitamos gobiernos que actúen en coherencia con los derechos humanos y la democracia, que implementen las políticas de género y protejan la institucionalidad. Necesitamos una sociedad abierta a aprender sobre las violencias de género, sus manifestaciones, por qué y cómo suceden.
Las periodistas, comunicadoras, trabajadoras de los medios y defensoras de derechos humanos, necesitamos, hoy más que nunca, que actúen con nosotras para visibilizar la agenda de las mujeres y erradicar las violencias que coartan nuestra libertad de expresión, nuestras voces públicas, nuestra participación política y nuestros derechos humanos.
¡Tenemos derecho a vivir una vida libre de violencias en nuestros trabajos y en nuestras sociedades. Sin periodistas feministas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia!