El martes 12 de Noviembre se llevo a cabo en Chile un paro nacional masivo, más de 100 organizaciones sociales, gremios de estatales y privados se sumaron con cese casi total de actividades, cortes de calles y rutas y multitudinarias marchas a lo largo de todo el país. Hubo movilizaciones en Antofagasta, Valparaíso (Villa del Mar), San Antonio, Talca, Osorno, Santiago, Puerto Montt, Concepción, Chiloé, Iquique, millones de personas salieron a las calles en lo que se llamó la cuarta marcha más grande de Chile.
La demanda que tomó fuerza en la última movilización es el pedido de una Asamblea Constituyente para reformar la constitución nacional que se mantiene como herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Por su parte, el Gobierno anunció que está dispuesto a avanzar en una reforma constitucional, pero considera hacerlo mediante un «Congreso Constituyente» (es decir que sea el actual Parlamento mas organizaciones sociales el que elabore los cambios), sectores de la oposición exigen la convocatoria a elecciones constituyentes y la conformación de una Asamblea que cambie de raíz el texto heredado de la dictadura.
Además, informó querellas contra personas que hayan incitado o participado en delitos y actos de violencia en los últimos días, por Ley de Seguridad del Estado, a través del Ministerio del Interior y advirtió la reintegración de los policías recién retirados para que colaboren con las fuerzas policiales.
En ese contexto, llamó a acuerdos políticos, entre los que incluyó un acuerdo por la paz y un acuerdo por la justicia, que con su anuncios anteriores más parecen una burla antes que una verdadera intención, otra vez Piñera desoyendo al pueblo y queriendo apagar el fuego de las calles con bencina.
Las protestas, que estallaron hace un mes, comenzaron en Santiago de Chile con grupos de estudiantes reclamando por el aumento del transponte público organizando actos de evasión en el metro de Santiago, pronto se sumaron más sectores y las protestas se extendieron al resto del país, que como explicaban elles en las calles “No son 30 pesos, son 30 años”, es que la mayoría del pueblo chileno vive con sueldos bajos mientras el costo de vida es alto, la educación y el sistema de salud pública son muy malos por lo que las personas deben endeudarse para acceder a prestaciones de calidad, las pensiones están muy por debajo del sueldo mínimo, hay dificultades para acceder a viviendas dignas, a esto se suma que los recursos naturales y los servicios están privatizados y aunque la economía chilena crece, la desigualdad también.
Las protestas se han caracterizado por la ausencia de líderes y de banderas partidarias y por el despliegue de creatividad para mantenerse en las calles, desde “el que baila pasa” en los cortes de calles a bailes, canciones y performance en las manifestaciones, y proyección de imágenes a gran escala en edificios, cacerolazos a las horas de los toques de queda, incluso los Otakus salieron a marchar poniéndole una nota de color a las protestas con sus trajes y carteles. Circularon manuales para cuidarse de las bombas lacrimógenas y desactivarlas, personas que han donado antiparras para proteger los ojos y el martes a la noche la novedad de los rayos láseres verdes derribando drones y encegueciendo a los conductores de helicópteros y tanquetas.
La gran mayoría de las protestas han sido pacíficas pero los desmanes provocados por un reducido grupo de personas han sido utilizados por el gobierno y carabineros para la represión, los medios hegemónicos sólo muestran esta faceta, incluso cuando ha quedado demostrado que muchos de los destrozos e incendios lo han iniciados los propios carabineros.
El gobierno chileno al mando de Sebastián Piñera ha respondido con represión y violencia. Cuando las protestas se agudizaron sacó a las fuerzas armadas a las calles declarando estado de excepción y toque de queda en muchas ciudades además de la capital, llegando a declarar en una conferencia de prensa “estamos en guerra” en una clara muestra de desconexión con la realidad. Mientras la violencia se desplegaba en las calles ha intentado apaciguar las protestas con migajas, cambiando gran parte de su gabinete e incluso festejando y saludando la primera gran marcha de Chile, como si el pueblo en las calles no estuvieran pidiendo su renuncia, comprendió que con eso no alcanzaba y aceptó comenzar a discutir una «agenda social» pero sus “soluciones” son parches políticos y medidas que no alcanzan ni son un atisbo de las demandas del pueblo.
Durante los 10 días que las fuerzas armadas estuvieron en las calles hubo 23 muertos confirmados por la fiscalía de Estado de los cuales solo han reconocido que 5 fueron a manos de los uniformados. Hasta el 10 de noviembre el INDH registró 5629 personas detenidas y 2009 heridas en hospitales. Cerca de 200 personas han perdido la vista o han sufrido estallidos oculares, producto de la represión, los médicos han denunciado una política de mutilación por parte del gobierno, ya que los carabineros disparan directo a la cara. En la red circulan videos que prueban el exceso del uso de la fuerza por parte de la policía contra niñes y jóvenes que han sido denunciados ya a organismos internacionales, hasta el momento, ni la OEA, ni estos organismos se han pronunciado sobre estos hechos.
Nada está bien en Chile, en el país que durante mucho tiempo fue “modelo” de estabilidad con sus políticas neoliberales, las calles arden, el pueblo se cansó que lo carnearan y finalmente despertó para exigir lo que le corresponde, que no es nada más ni nada menos que una vida digna.